Te atrapa.
No existe nada más.
Es el tiempo del vino y la vid.
Se revela todo «de una vez».
Y esto sencillamente es mi única intención, mostrar lo descubierto en este vino que pronto será grande.
Esta situación peculiar y la exposición carasol bajo los Montes Obarenes, confiere a este vino un carácter propio y distintivo, que determina su cuidado tratamiento, tanto en elaboración como en su posterior crianza. Fermentación maloláctica sobre sus lías, en barricas nuevas de roble francés de grano fino, en las que permanece un periodo no inferior a 10 meses; su posterior afinado en botella puede oscilar entre un mínimo de 3 meses y máximo a determinar por el gusto del consumidor; siendo muy interesante catarlo en distintos periodos de su vida.
La nariz recuerda en sus inicios ricos y elegantes aromas terciarios de cacao y ahumados, sutilmente aflora la esencia de las viñas, fruta compleja por su composición que produce en boca un paseo repleto de majestuosidad noble, frescura y sofisticación, mostrando unos taninos de enorme calidad, aportando cuerpo y estructura con ligeras notas amargas que la guarda domará.
Dedicado a mi buen amigo Antonio Pacheco por descubrir esta maravilla.