PAGO de CARRAOVEJAS
Viticultura a la carta, caprichos del terroir
Artículo :➨ Antonio Jesús Pérez | Fotografía :➨ María Gema Navarro | Cata :➨ Comité de expertos Guía AkataVino
Nos adentramos en las creaciones de una bodega que representa una de las historias de mayor éxito de cuantas han sucedido en nuestro país, y es que desde aquella primera añada de 1991 hasta nuestro días con el desarrollo del proyecto Alma de Carraovejas, han transcurrido 29 años, que se nos antojan demasiado pocos para lograr, amparado siempre en la esencia familiar, lo que hoy día es Pago de Carraovejas.
¿En qué consiste la viticultura a la carta? Prestar atención a las condiciones del microclima, actuando en detalle, y al mantenimiento de los suelos mediante cubiertas vegetales, que ya se desarrollan de manera espontánea.
Todo ello les lleva a observar un desarrollo del ecosistema del valle donde nacen sus vinos, utilizando abono orgánico y azufre como base única de la viticultura de Pago de Carraovejas.
La importancia del terroir es una de las claves para impregnar de una personalidad única a los vinos de Pago de Carraovejas. En multitud de ocasiones hemos tratado el concepto terroir, ¡que no terruño!.
Cuando hablamos de terroir, lo hacemos con mayor extensión de lo que engloba el terruño. El terroir atiende al entorno, la climatología, la adaptación de la cepa a la tierra donde está plantada y a los valores externos, por ello si se le presta la atención suficiente tendremos un terroir único porque la unión de todos estos condicionantes solo sucede en un lugar determinado, y llevarlo hasta la copa es una misión ardua y muy costosa. Aquí es donde entra en juego la viticultura a la carta de la que hablamos.
Un vino que añada tras añada se ha posicionado entre los más vendidos y mejores valorados
¿En qué consiste la viticultura a la carta? Prestar atención a las condiciones del microclima, actuando en detalle, y al mantenimiento de los suelos mediante cubiertas vegetales, que ya se desarrollan de manera espontánea. Todo ello les lleva a observar un desarrollo del ecosistema del valle donde nacen sus vinos, utilizando abono orgánico y azufre como base única de la viticultura de Pago de Carraovejas.
La importancia del terroir es una de las claves para impregnar de una personalidad única a los vinos de Pago de Carraovejas. En multitud de ocasiones hemos tratado el concepto terroir, ¡que no terruño!.
Cuando hablamos de terroir, lo hacemos con mayor extensión de lo que engloba el terruño. El terroir atiende al entorno, la climatología, la adaptación de la cepa a la tierra donde está plantada y a los valores externos, por ello si se le presta la atención suficiente tendremos un terroir único porque la unión de todos estos condicionantes solo sucede en un lugar determinado, y llevarlo hasta la copa es una misión ardua y muy costosa. Aquí es donde entra en juego la viticultura a la carta de la que hablamos.
Un vino que añada tras añada se ha posicionado entre los más vendidos y mejores valorados


Analizamos los cuatro vinos de Pago de Carraovejas nacidos en las añadas 2014 y 2016, así Crianza 2016, Reserva 2014, El Anejón 2014, Cuesta de Las Liebres 2014. En base a la viticultura y la excelsa atención que desde la bodega le prestan a cada añada, vamos a describir como han sido las añadas 2014 y 2016 en la bodega Pago de Carraovejas y su entorno.
AÑADA 2014
La vendimia 2014 estuvo marcado por un inicio de ciclo muy temprano. En abril el viñedo en Pago de Carraovejas ya mostraba signos de actividad, algo realmente inusual. La primavera fue muy calurosa y anticipó la llegada del verano.
Un verano que se mostró menos cálido que de costumbre y se vio reforzado por un fin de ciclo inmejorable con un mes de septiembre más estival que otoñal.
La vendimia, pausada y concienzuda, tuvo inicio el 26 de septiembre y finalizó el 18 de octubre con la entrada del Cabernet Sauvignon.
Las lluvias próximas a vendimia alargaron el proceso de recogida pero los parámetros de calidad y sanitarios se mantuvieron intactos para una añada tan peculiar climatológicamente hablando como esperanzadora por sus características cualitativas.
AÑADA 2016
La vendimia del 2016 se caracterizó, principalmente, por un invierno con precipitaciones muy elevadas y unas temperaturas no especialmente frías. Durante la primavera, sin embargo, hubo dos ciclos muy diferenciados: uno con presencia de precipitaciones en el inicio de esta etapa y otro con ausencia de lluvias en la segunda.
Todo ello dio paso a un ciclo de viñedo largo en la que la uva fue madurando paulatinamente. Durante esta etapa vital la climatología nos respetó y no se dieron heladas que pudiesen afectar al desarrollo vegetativo. La brotación generalizada de la finca se produjo entre mediados y finales de abril y, poco a poco, el viñedo fue tomando forma con la aparición de los primeros racimos. El verano se alargó hasta prácticamente el mes de septiembre en el que tuvimos diez días con temperaturas más propias del mes de julio. Esto hizo que la planta frenara su maduración para, posteriormente, retormarla cuando las temperaturas descendieron.
El rendimiento, en general, fue elevado ya que no hubo condicionantes que interfirieran en el desarrollo de las yemas y su posterior floración. Sanitariamente fue un año muy bueno, a pesar de que podría haber sido muy propenso para el desarrollo de los hongos debido a las elevadas precipitaciones y las altas temperaturas. La vendimia del 2016 tuvo comienzo el día 4 de octubre y finalizó el 28 de octubre.
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Un vino que añada tras añada se ha posicionado entre los más vendidos y mejores valorados. Y detrás de este misterio no hay más que soñadores como Don José María Ruíz, el cual sin buscarlo inició el ciclo Carraovejas con el vino en su propio restaurante, y sólo la valentía de un emprendedor nato, hizo que adquiriera la bodega y se rodeara de los mejores. A partir de ese momento empezó a fraguarse el mito de Pago de Carraovejas, y nunca han dado puntada sin hilo, con los pies en el suelo han ido forjando la leyenda Carraovejas.
Buena prueba de todo es que hoy día se puede disfrutar de su primera añada 1991 en un maridaje estelar en el restaurante de la bodega, cuyo nombre ya todos pronuncian Ambivium, es decir 28 años después presentan un vino que en palabra de Guillermo Cruz -Director en Rte. Ambivium y Sommelier Brand Ambassador de Pago de Carraovejas y Ossian Vides y Vinos-
“Es todo un lujo poder servir copas de la primera añada como si de suspiros se tratase… Sólo pocas botellas les quedan en nuestro histórico, pero… ¿Qué sentido tiene poseer algo singular sino se comparte?”
Hoy si estudiamos su línea temporal podemos observar con claridad el punto de inflexión que los ha llevado a ser lo que son, e ir esculpiendo su proyecto Alma de Carraovejas con Ossian, Ambivium, Milsetentayseis, Viña Mein, Emilio Rojo… Con todo ello Pago de Carraovejas crianza 2016 –la añada 2017 acaba de ver la luz en el mercado- es mucho más que fruta roja, ahumados y un comportamiento noble y fino en copa…, es historia viva de la Ribera del Duero.
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Tinto Fino (78%), Cabernet Sauvignon (15%) y Merlot (7%). Un 2014 que nos enseña las claves para comprender por qué deben existir los vinos etiquetados como Reserva, y porqué debemos apostar por ellos. La madurez y equilibrio que alcanzan estos vinos es inalcanzable para cualquier crianza. Eso sí, siempre siendo comedidos con la barrica y es un precepto, conocer muy a fondo las uvas que van a empaparse de la tanicidad de la madera, entre otras connotaciones más allá de la microoxigenación producida.
No es cuestión de adquirir las más afamadas o caras, es una sintonía entre terruño, vid y bodega que deben saber leer los responsables del viñedo y de la bodega, aquí enología y viticultura deben entenderse a la perfección, y creedme si os digo que no es tarea sencilla, siempre que se quiera obtener un vino que cree adeptos, un vino que abandere la fruta por encima de cualquier otra sensación –porque el vino es fruta y no debe perderla-.
Aquí obviamos el dicho –es todo madera, pero el tiempo lo afinará y dejará lugar a la fruta-, un dicho demasiado común y demasiado contradictorio. Si un vino de reserva al descorcharlo no presenta fruta, el tiempo difícilmente lo hará.
Pago de Carraovejas nos presenta un vino que es fruta de inicio a fin, donde la crianza en madera le ha aportado estructura en boca, longitud y estilo, amén de complejidad. También es un vino para disfrutarlo ya, sin excentricidades por tener que guardar la botella por exceso de temperamento, y por no saber encajar aún la impetuosa madera a la que algunos someten a sus vinos. Un vino de hoy que tiene anchuras de un largo y noble futuro. Reservas así crean adeptos para toda la vida.
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84 % Tempranillo, 8% Cabernet sauvignon y 8% de Merlot. La fermentación maloláctica, con microbiota autóctona, se desarrolló en las mismas tinas y pasamos el vino por gravedad a barricas nuevas de roble francés de grano extrafino. En ellas permaneció 12 meses. Esta cosecha 2014 del Anejón fue embotellada en la primavera de 2017.
El Anejón nació bajo la sombra y atenta mirada de su vino más preciado: “Cuesta de las Liebres”, aunque solo faltó una añada para vislumbrar su marcada personalidad, un vino que referencia las Terrazas de la parcela de El Anejón, una fuerte pendiente orientada al sol, desde donde ser divisa el imponente castillo de Peñafiel.
Un tinto pleno en matices y con densa y elástica textura. Un vino con exquisita tensión en boca, donde la acidez alinea todos los elementos para comandar con brillantez el presente y futuro de este singular vino nacido en uno de los escasos ejemplos de viña en terrazas que existen en la D.O. Ribera del Duero.
Sus aromas conforman un todo que nos dibujan la mineralidad de sus suelos calcáreos, la tipicidad de la tempranillo con alianzas foráneas, de la Cabernet Sauvignon y Merlot y un entorno impetuoso y lleno de vida, como este Anejón.
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Tinto fino. Si hablamos de costura, sin duda Cuesta de las Liebres sería la obra del sastre más preciso, donde ha confeccionado un traje con las telas más puras y refinadas, donde solo se confecciona cuando la genialidad de su autor tiene la inspiración necesaria. Así bajo esta metáfora podemos entender que Cuesta de las Liebres, solo nace en vendimias únicas, porque en Pago de Carraovejas definen su labor: “Nuestra viticultura asume el reto de la naturaleza. Un vino radical, de raíz. Elegante, potente y muy persistente. Un vino contenido”.
Desde su concepción el reto está asumido por unas viñas que deben remontar la pronunciada ladera de la Cuesta de las Liebres, plantadas en vaso vertical. Formando un paraje único y de absoluta integración con la flora y fauna de este fastuoso paraje. En su parte alta limita con un denso pinar en el que habitan varias especies de aves y mamíferos de fauna autóctona. Sólo aquí el tinto fino alcanza las máximas cotas de expresión, y sólo de aquí nace un vino: Cuesta de las Liebres.
La energía de este vino de arraigada a sus suelos de marga caliza, con afloramientos de yesos y sales calcáreas de un tono blanquecino muy característico. Esta geología ternaria, unida al clima extremo propio de la meseta le aportará la vivacidad, energía y personalidad únicas.
El mercado acaba de estrenar la añada 2017 del Crianza, y las añadas 2015 de El Anejón y Cuesta de las Liebres. Un vino fino, roble, elegante y lleno de vida. Un auténtico espectáculo en la copa, por sus tonos morados, por su glicerina, un vino tánico repleto de vida y que desde un inicio de muestra con bondad.
Viticultura a la carta, caprichos del terroir
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Artículo creado por antoniojesus@akataVino.com Busco vinos que expresen emociones, vinos únicos, vinos con alma, vinos con corazón.
El Guerrero Pacífico…
El adiestramiento no es nada, la voluntad de actuar es todo.

Fotografía y maquetación por maria@akataVino.com | Apasionada y devota de la contemplación de la belleza y dentro del mundo del vino hay muchas cosas hermosas. Están ahí al alcance de nuestra mano, lo reconozco, a veces son difíciles de ver, por ello me he formado, para unir la comunicación y el vino.