Crónicas de la añada 2014, por: Alejandro Moyano, cofundador Valdemonjas Viñedos y Vinos

Me ha costado ponerme frente al teclado, no tanto por vagancia, que también, sino sobre todo por la sensación de no saber qué decir. Y no sé qué decir, porque estoy ante una situación desconocida, he perdido mis referencias.

Hasta ahora con el viñedo formado y definido, resultaba fácil verlo, entenderlo, ir a los puntos más conflictivos, observarlo, era previsible. Con la regeneración del viñedo que hemos emprendido, cada planta habla su dialecto en una verdadera torre de Babel, incomprensible en su conjunto. Cada planta requiere su lectura y ésta no es definitiva. En los dos últimos meses hemos recorrido el viñedo una y otra vez, vid a vid, casi 20.000. ¡Ya, hasta nos saludan! Seleccionar, atar, seleccionar, atar, atar y seleccionar brotes. Así, una y otra vez.

Lo que más motiva, ante tanta incertidumbre, es la reacción de la propia planta; como si se sintiera liberada, brota a borbotones, permitiendo la renovación sugerida: aquí echa la vara que buscábamos, allá mantiene los pulgares vigorosos, aptos para soportar estos racimos que se antojan homogéneos y generosos.

Después de un toma y daca con el tiempo, la floración se ha producido a primeros de junio, 20 días antes que el año pasado. Con un cuajado bueno y un desarrollo en condiciones óptimas, sin estrés y con la humedad suficiente, ahora mismo la uva ya tiene tamaño guisante. Óptima situación en un marco de desconcierto.

Ayer estuve en la viña de Valdemonjas, “la niña”, como la llama Charo. Como dice el refrán: ¡El ojo del amo engorda el marrano! Con la aparición de nuestros asesores para el viñedo María y Jesús, han surgido nuevas tareas, más precisas, más reiterativas, nuevas soluciones. Nuevos nombres que yo tenía desterrados, pero que ahora se antojan fundamentales. Intento entender. Todo volcado en la búsqueda de esa pepita madura, en una uva al resguardo del sol.

La semana que viene empezaremos a desnietar (nueva palabreja en nuestro vocabulario, que significa “quitar brotes sobrantes en las cepas, llamados “nietos”), para después iniciar la vendimia en verde. Asegurar la uva que cada planta es capaz de criar, colocándola en las mejores condiciones ambientales.

Cuenta el chiste de bodegueros, que estando uno de ellos en su lecho de muerte reunió a sus hijos y les dijo: “Hijos, el vino también se hace con uva”. Yo añadiría: “El gran vino solo se hace con una gran uva».

Próximamente sus nuevas añadas en akataVino.

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