Artículo by Ernest Rod
Normalmente, entendemos por Cocina de fusión aquella que básicamente combina distintos ingredientes utilizando varias técnicas de cocina de distintas culturas, y todo ello con el fin de poder llegar a crear unos deliciosos platos nuevos, utilizando la conocida globalización cultural.
Sabemos que hay muchas personas que ponen en duda la conveniencia de ese tipo de cocina, ya que dicen que eso sólo puede crear unos platos en los que pueden confundirse los sabores de sus ingredientes. Y pueden llegar a tener razón, pero no hemos de olvidar que la cocina de fusión es una cocina experimental. Hemos de ser conscientes que nos encontramos ante la fusión de unos ingredientes que van a componer con sus sabores esa sinfonía que pretendemos sea aquello que vamos a degustar una vez preparados en nuestros fogones.
Los grandes restauradores opinan que es casi obligatorio crear continuamente, a través de la fusión de sus ingredientes, nuevos platos para los paladares de los comensales que puedan acudir a su restaurante, y todo ello, para luchar por la consecución de la tan ansiada estrella Michelin.
Pues bien, dicho esto, anoche fuimos a cenar a un restaurante a sabiendas de que no íbamos a encontrar en su carta ni cocina de fusión, ni platos a los que personalmente, llamo “platos de las tres medidas”, es decir, de nombre largo con contenido corto y precio alto, ni una “importantísima bodega”, ni unos “exquisitos espirituosos”. Íbamos a lo que íbamos, a cenar.
Como es lógico, cuando se va a un restaurante por primera vez, se suele acudir en busca de nuevos sabores, nuevas sensaciones, impresiones, y sueles poner toda tu atención sobre lo que vas a degustar. Pero anoche, hubo algo que tanto a mi esposa como a mí, nos impactó mucho. Bueno, a decir verdad, nos impactó muchísimo. Y no fue ni un sabor determinado, ni una presentación de plato espectacular, ni un “exótico” aroma de ninguno de los excelentes platos que degustamos.
Fue una Fusión de Sensaciones que hacía mucho tiempo que no habíamos sentido cuando acudimos a un restaurante. Unas sensaciones que no se buscan para ser cocinadas, no se experimentan, no se mezclan entre sí ni para conseguir la perfección, ni para lograr una estrella Michelin. Sencillez, amabilidad, bondad, cortesía, educación, y entre algunas más, la más importante, la humildad.
Anoche, si yo hubiese sido Comisario de la Guía Michelin, independientemente de la calidad, la frescura, la elaboración y la presentación de los platos, hubiese propuesto para una estrella al equipo de Alba Barrestaurante, de Chilches (Málaga).
Fotos de Alba Bar Restaurante vía perfil Facebook de Alba Barrestaurante
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